Parroquia de San Carlos Borromeo y solar adyacente |
Y es que, según cuenta, «sólo con dos años en la prisión hablan con un tono de voz elevadísimo, que es como se habla allí dentro. Tratan a todo el mundo de usted, que es como se trata a los funcionarios o, por ejemplo, se dirigen a los demás con las manos en la espalda, que es como hay que dirigirse a la autoridad». Esto, tan sólo, respecto al comportamiento social, porque si hablamos de hábitos desarrollados «hay que contar que no apagan la luz nunca (en la cárcel se las apagan), no cierran la puerta cuando van al baño (allí el retrete se comparte), echan muchísima sal a las comidas (dentro no sabe a nada) o no recogen los platos después de comer (otros presos se encargan). Todo esto hay que ir enseñándoselo».
La falta de hábitos llega hasta el punto de que «si les llevas al campo o a un parque, en cuanto les dejes solos paseando verás que dan vueltas sobre un cuadrado de unos 40 metros. Es el espacio de un patio de prisión, el 'paseo taleguero'».
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